Destinos de piratas y corsarios en México

México, con su extensa costa y rica historia, ha sido testigo de numerosas invasiones piratas a lo largo de los siglos. Estos ataques no solo dejaron huellas en la geografía física, sino también en el tejido cultural y social de las comunidades. A continuación, exploramos algunos destinos mexicanos que fueron escenario de invasiones piratas, marcando capítulos significativos en la historia del país.

Campeche

La ciudad de Campeche, ubicada en la península de Yucatán, fue un blanco constante de piratas durante los siglos XVII y XVIII. Sus murallas y fortificaciones, construidas para defenderse de los ataques, aún hoy narran las historias de incursiones lideradas por nombres famosos piratas como John Hawkins, Francis Drake, Cornelius Jol, Michel de Grandmont o Henry Morgan, entre muchos otros. Pero hubo uno que dejó su nombre grabado en Campeche por la violencia de sus ataques, el holandés Laurens de Graaf, más conocido como Lorencillo. Las murallas de Campeche son testigos silenciosos de batallas y estrategias defensivas que la convierten en un destino fascinante para los amantes de la historia.

Esto llevó a que Campeche adoptara un enfoque más serio en su defensa, culminando en 1704 con la finalización de una muralla que rodeaba la ciudad, acompañada por una serie de fortificaciones estratégicas destinadas a repeler los ataques de piratas. La muralla, en su conjunto, estaba compuesta por cuatro puertas al exterior y ocho baluartes, reforzada adicionalmente por cuatro fuertes, de los cuales tres aún subsisten. Además, se sumaban cuatro baterías a esta estructura defensiva. En la actualidad, muchas de estas fortificaciones son accesibles para visitar, y varias han sido convertidas en miradores y museos. Aunque apenas algunos tramos de la muralla original permanecen en pie, la importancia histórica de Campeche fue reconocida con su inclusión en la lista de Patrimonio Mundial de la UNESCO en 1999.

Ciudad del Carmen

Los colonos ingleses habían tomado posesión de la isla de Términos (hoy Ciudad del Carmen), controlando la explotación del palo de tinte y atacando cualquier embarcación que se aproximara. Ante esta situación, el gobernador de Yucatán, Juan José de Vértiz y Hontañón, convocó a una reunión en Campeche con el tesorero García Villalobos, el factor Santiago Aguirre y los capitanes Álvarez de Masola y Antonio de Alcalá. En dicha junta se planteó la necesidad de llevar a cabo una operación para expulsar a los piratas de la isla.

Para esta misión, se seleccionaron la fragata Nuestra Señora de la Soledad, propiedad del alcalde Ángel R. de la Gala, así como las de Andrés Benito y Sebastián García, junto con dos galeotas y dos piraguas propiedad real. El 17 de diciembre de 1716, la flota partió de Campeche con rumbo a la isla de Términos bajo el mando del sargento mayor de Veracruz, Alonso Felipe de Andrade.

El ataque resultó en una victoria para las tropas españolas, quienes tomaron control de la isla, capturaron prisioneros, embarcaciones, maderas y otros tesoros. Aquellos piratas que lograron escapar se refugiaron en Jamaica, desde donde organizaron una expedición de reconquista que llegó en julio del año siguiente. La flota, compuesta por 335 piratas, intimó a rendirse.

Aunque Andrade defendió con éxito al principio, la fuerza española finalmente prevaleció, repeliendo al enemigo, quien se vio obligado a reembarcarse y no regresó nunca más. El sargento Andrade perdió la vida en la acción. La victoria tuvo lugar el 16 de julio de 1717, día de la Virgen del Carmen, lo que llevó al cambio de nombre de la isla de Términos a Carmen, como se conoce en la actualidad.

Hoy Ciudad del Carmen es un destino industrial más que turístico, pero que cuenta con una magnifica gastronomía marítima, dorados atardeceres y sus mejores playas en la zona no habitada de la isla.

Veracruz

Se considera el puerto más antiguo de México, fue escenario de invasiones piratas desde los primeros días de la colonización. Francis Drake y otros corsarios británicos dejaron su marca en las costas veracruzanas, saqueando y sembrando el temor. El fuerte de San Juan de Ulúa, construido para defenderse de los ataques, se erige como un testamento de la lucha constante contra la piratería. La riqueza histórica de Veracruz se entrelaza con las olas que besan sus playas, recordando una era de coraje y desafíos marítimos.

En 1683, la ciudad de Veracruz experimentó lo que se podría considerar como el ataque más devastador en su historia. En la oscura noche del lunes 17 de mayo de ese año, dos barcos bajo el mando del pirata holandés Laurenz de Graaff, conocido en su época como Lorencillo, se acercaron a las costas de Veracruz. Desembarcaron discretamente 180 hombres, quienes sortearon las defensas sin ser detectados, alcanzando la plaza central de la ciudad. Posteriormente, regresaron a la costa para reunirse con el resto de la flota pirata, la cual estaba compuesta por 11 barcos y 1,500 hombres.

En la madrugada, comenzó el asalto. La táctica empleada por los piratas les permitió cerrar la ciudad y tomar como rehenes a todos sus residentes en tan solo 15 minutos. Veracruz fue objeto de un saqueo total. Unos 6 mil habitantes, incluyendo hombres, mujeres y niños, fueron confinados en la iglesia desde el martes 18 hasta el sábado 22, sometidos a actos de extrema crueldad.

Finalmente, el 1 de junio, los piratas zarparon llevándose un botín sustancial y sufriendo apenas la pérdida de treinta y cinco hombres. Su paso dejó atrás devastación, sadismo, violación, pillaje y más de cuatrocientas víctimas mortales.

Esta atrocidad fue posible debido a la falta de condiciones defensivas tanto en la ciudad como en la isla de San Juan de Ulúa. Este golpe destacó la urgencia de construir estructuras defensivas en la isla para garantizar la seguridad en el puerto más vital de la Nueva España.

Algunos años después, se inició la construcción de lo que llegaría a ser una de las fortalezas más sólidas de las colonias españolas en América, junto con otras importantes edificaciones como la Fortaleza de San Carlos en Perote, Veracruz; la de San Diego en Acapulco y el Castillo del Morro en La Habana, por mencionar algunas.

Cozumel

Durante la época colonial, la isla de Cozumel experimentó una virtual despoblación debido a diversos factores que limitaron la permanencia y el desarrollo de la población indígena. Estos incluyeron el impacto devastador de enfermedades introducidas por los españoles, la explotación a la que fueron sometidos, la desintegración de su sistema económico, así como la alteración de su organización social y la decadencia de sus prácticas religiosas y costumbres. Ante este abandono, la isla se convirtió con frecuencia en refugio para piratas y corsarios, que utilizaban el Caribe como su centro de operaciones. Aunque no establecieron una presencia permanente en la isla, ocasionalmente la visitaban para abastecerse de agua, alimentos frescos y reparar sus embarcaciones. En un incidente en 1571, después de un enfrentamiento entre fuerzas españolas y corsarios franceses, diez corsarios, incluido su líder Pierre Chuetot, murieron, y otros diez fueron capturados en la isla. Estos prisioneros fueron trasladados a Mérida y luego a la Ciudad de México, donde fueron sometidos a juicio, condenados y ejecutados por el tribunal de la Santa Inquisición.

Actualmente Cozumel vive prácticamente del turismo a través de los más de 3 millones de cruceristas que visitan la isla cada año, especialmente para sumergirse en sus transparentes aguas y sus atractivos naturales

 

Isla Mujeres

Isla Mujeres, frente a las costas de Cancún, no solo es conocida por sus aguas cristalinas, sino también por su historia pirata. Refugio de personajes como Fermín Mundaca, la isla esconde historias de tesoros enterrados y conspiraciones piratas. Las playas de Isla Mujeres son el telón de fondo de leyendas que se mezclan con la realidad, creando un aura única que atrae a exploradores y amantes de la historia por igual.

Fermín Mundaca, un pirata que buscó refugio en Isla Mujeres alrededor de 1860, acumuló una considerable fortuna mediante la venta y tráfico de esclavos desde África hasta Cuba, destinados a trabajar en las plantaciones azucareras de la isla.

Según la leyenda, después de enfrentarse a la armada británica en 1858, Mundaca, una vez establecido en Isla Mujeres, se enamoró de una nativa conocida como «La Trigueña». Inspirado por este romance, construyó una hacienda llamada Vista Alegre, la cual hoy se conoce como Hacienda Mundaca. Esta propiedad incluía pozos, arcos y extensos jardines.

Se rumorea que Mundaca llevó una vida solitaria en la hacienda, manteniendo contacto limitado únicamente con sus sirvientes y proveedores, como pescadores, albañiles y agricultores a quienes compraba productos o servicios. Aunque la hacienda está hoy en estado casi abandonado y en ruinas, contiene algunas inscripciones, una de las cuales se refiere a él mismo como «Náutico y piloto, el fomentador Fermín Antonio de Mundaca y Marecheaga» o «El árbol de Guernica. Estas obras las hizo el fomentador natural de la provincia de Vizcaya, de la villa de Bermeo».

En el cementerio local de Isla Mujeres, hay una tumba que originalmente estaba destinada para la propia muerte de Mundaca, pero que ha permanecido vacía. Enfermo, fue trasladado a Mérida para recibir atención médica. Sin embargo, tras fallecer en esa ciudad, su cuerpo nunca regresó a Isla Mujeres, y los habitantes locales perdieron contacto con él.

 

Ángel Abraham Chávez

Especialista en turismo, capacitador, docente, travel-coolhunter e investigador turístico. Director de la revista Mochilazo Cultural.

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