El turismo no ha muerto

Aún en las peores pesadillas de los pesimistas más extremos el turismo no se ha terminado y hay varias razones para afirmar lo anterior, entre ellas la intrínseca búsqueda de la libertad por parte del ser humano, pero ahondemos un poco más en esta materia.

Como si fuera una conquista personal, ya muchos se lamen los bigotes afirmando que el turismo llegó a su fin, que el capitalismo está viviendo sus últimos aires y por tal razón la comercialización en los viajes está en las últimas. Si bien es cierto que la pandemia trajo muchas desventajas al sector, también es cierto que el turismo ya había sido golpeado por otras circunstancias y que les ha dado la vuelta usándolas a su favor. Analicemos algunas de esas circunstancias.

Los golpes

En un principio el Internet llegó a provocar que la gente ya no sintiera la necesidad de visitar museos y atractivos porque ya los podían disfrutar en línea, pero no contaban con que muchos viajeros empezaron a compartir sus imágenes en las redes sociales visitando esos atractivos y la envidia provocó que otros viajeros quisieran visitarlos.

Por otra parte el terrorismo también le dio su raspón al turismo en el 2001 provocando que la gente no se sintiera segura en los medios de transporte. Al  final la humanidad entendió que quedarse en casa era seguirles el juego a los terroristas.

Las guerras, los desastres naturales, las crisis financieras le han dado con todo al turismo y sin embargo, ha superado todos estos retos. La pregunta ahora es, ¿superará esta nueva crisis? Y la respuesta no es sencilla pero si optimista.

El síndrome de la cabaña

El problema actual no sólo radica en la seguridad del viajero, sino en el “síndrome de la cabaña”, sí, esa condición que hace que la gente ya no quiera salir de casa y menos en estos tiempos cuando es posible hacer  teleworking, clases online, e-commerce, comida y despensa a domicilio con tan sólo un click/touch, la humanidad ya se “acomodó” y ya no siente la necesidad de salir a explorar el mundo. Obviamente, la salud también cuenta, pero no se trata sólo de que los destinos y prestadores de servicios garanticen que las instalaciones están desinfectadas, sino que la gente no siente la confianza de poner un pie en la calle; “las amenazas no están sólo en las cosas, sino en las otras personas; no hay lugar más seguro que el hogar”. Se trata entonces de una situación tanto de confianza como de salud. Lo cierto es que el virus está ahí y mientras no se identifiquen vacunas, tratamientos o alguna clase de inmunidad la población no se sentirá segura. Pero, ¿cuándo llegarán estos tratamientos?, nadie lo sabe y la incertidumbre es la que está castigando al sector.

Un amanecer playero

¿Tiene alguna oportunidad el turismo ante este panorama turbio?, sí, pero no es sencillo. A los gobiernos les toca hacer su parte apoyando a los empresarios y haciendo promoción del viaje, a los prestadores de servicios sus estándares de salud e higiene y a los turistas emprender viajes aunque sea cortos. Hay que agregar que el turismo tiene sólo dos panoramas; si se alarga la pandemia tendremos que acostumbrarnos a viajar en la condiciones actuales de incertidumbre y con las medidas adecuadas, lo cual como ya analizamos sería un golpe que deformaría la experiencia del viaje, pero que no la mataría, sólo la haría diferente. En un sentido más optimista, rogamos por las buenas noticias en relación a un tratamiento durante el segundo semestre del año, lo que nos traerá una navidad esperanzadora. Es cierto que este diciembre no será temporada alta como otros diciembres, pero puede ser un impulso para emprender el vuelo.

Y después de todo este análisis, ¿cuáles son las condiciones que nos permiten negar la muerte del turismo? En primer lugar la adaptabilidad del ser humano; no es la primera vez que nos ocurre esto, ya la humanidad ha pasado por pandemias y las ha superado. En segundo lugar las necesidades de viaje; la modernidad no permite que todos nos quedemos en casa, tenemos obligaciones y aunque el Internet nos ha facilitado el encierro, la gente de negocios, los antropólogos, los médicos, los abogados, los arquitectos, los ingenieros, los geógrafos, los arqueólogos, los políticos, los intermediarios y todo un grupo de personas tiene que continuar viajando, estos viajeros tienen que seguir ocupando hoteles, restaurantes y demás servicios que no permitirán que el sector desaparezca.

Se acerca el momento de las definiciones, las alternativas están ahí. Lo único que no podemos hacer es dejarnos vencer. El programador Alan Kay dijo: “La mejor forma de predecir el futuro es creándolo”.     

Ángel Abraham Chávez

Ángel Abraham Chávez

Especialista en turismo, capacitador, docente, travel-coolhunter e investigador turístico. Director de la revista Mochilazo Cultural.

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