Lo que la corrección política se llevó

Entre 1647 y 1693 los juicios por el delito de brujería eran comunes entre las denominadas Colonias Británicas. Sin embargo, justo en 1692 la mimada hija de 9 años del reverendo Parris y su primita adorada de 11 comenzaron a actuar de manera extraña y los “médicos” de la época las diagnosticaron con la enfermedad de “brujería”. Betty Parris y Abigail Williams acusaron a Tituba, Sarah Osborne y Sarah Good de ser las causantes de ese malestar. Eso fue sólo el principio; las amigas de Betty y Abigail comenzaron a tener los mismos “síntomas” al tiempo que acusaban a más ciudadanos en la tristemente recordada población de Salem. Al final de la histeria se tienen datos de que más de 150 personas fueron encarceladas por el delito de brujería, aunque sólo 26 fueron juzgadas. El resultado; 14 mujeres y 5 hombres fueron ahorcados y uno más aplastado con el método de “la tortuga”.

Todo eso sucedió hace más de 300 años, mientras tanto en el mundo pandémico de hoy cualquier persona puede ser sentenciada sin pruebas en las redes sociales, basta que se muestre una imagen, un fragmento de video o haber dicho una frase en público para que la sentencia llegue. Para evitar ser absorbido por la histeria de las redes, nuestra sociedad se inventó la “corrección política”, que no es otra cosa que la autocensura (antes de que me acusen de algo no digo nada o hago nada que incomode a la histeria colectiva, mejor digo y hago cosas que «les agraden»). Los empresarios, políticos, artistas, directores, escritores, productores y demás profesionales están siendo amenazados por este contexto, de tal manera que ya no es suficiente ser políticamente correctos con lo que se haga en el presente sino que para “quedar bien” hay que ser políticamente correctos con lo que sucedió en otros tiempos. Y así vemos como se quitan estatuas, se cambian las letras de las canciones o de plano se dejan de cantar (Molotov y Café Tacvba ya hicieron lo propio) y por supuesto estamos a un paso de la quema de libros.

Un siglo y medio después de la historia de las brujas de Salem, el Papa Pio IX, mejor conocido como “Pionono” ordenó la mutilación de los genitales masculinos en varias de las esculturas del Vaticano, algunas continúan castradas y otras fueron cubiertas con hojas de parra.

Pues tal cual lo hiciera Pionono, el 10 de junio, la plataforma de streaming HBO Max retiró de su catálogo en Estados Unidos la película Lo que el viento se llevó. Y todo esto porque a la voz del columnista John Ridley del diario Los Angeles Times, el guión de la película ganadora de 8 Oscars “glorifica la esclavitud durante la Guerra de Secesión de EE.UU”. Ya productoras como Disney también han dado su bracito a torcer al no incluir en su nueva plataforma la película “Canción del Sur”. Y por su parte, la cadena de televisión Paramount canceló el reality Cops protagonizado por policías de Estados Unidos, sí, ese mismo programa que empezaba con la canción de Inner Circle y que todos tarareamos alguna vez: “Bad boys, bad boys Whatcha gonna do, whatcha gonna do When they come for you”.  

La humanidad es sorprendente, por un lado es capaz de crear arte y levantar la voz para exigir derechos y libertades, por otra parte es capaz de negarle la reflexión y la cultura a las futuras generaciones.

Ángel Abraham Chávez

Especialista en turismo, capacitador, docente, travel-coolhunter e investigador turístico. Director de la revista Mochilazo Cultural.

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