El travel shaming, ¿la vergüenza de viajar?

Si bien la sociedad previa al internet podía ser prejuiciosa, por lo menos te podías esconder de ella si así lo deseabas y así no tenías que lidiar con sus señalamientos. En la sociedad occidental moderna cualquier situación te genera críticas por el simple hecho de estar conectado las 24 hrs.

Incluso tener o no tener redes sociales y mantenerlas actualizadas te genera comentarios negativos, o el hecho de no contestar tu whats te pone en el segmento de los “groseros”… Y así, sin querer-queriendo le fuimos entregando nuestra individualidad a la masa prejuiciosa de la sociedad online.

Lo mismo sucede con el viaje, resulta que antes de la pandemia el viaje también generaba críticas, tanto si habías visitado un lugar como si no. Podías platicar con un grupo de personas y sentir vergüenza por no conocer el lugar del cual estaban hablando, hoy esa vergüenza podría estar cambiando y en plena época del coronavirus surge ante nosotros el denominado travel shaming.

Temor al qué dirán

El travel shaming no es en sí la vergüenza  de viajar, más bien es la vergüenza de subir post, imágenes o videos de tus viajes a las redes sociales en tiempos de pandemia por el hecho de ser señalado como una persona insensible. Aunque para muchos este tema suene absurdo, la tendencia ya se encuentra entre los analistas del mundo viajero.    

Algunos lectores de este post podrán afirmar, “¡Pues a mí me vale!, yo viajo a donde quiera, cuando quiera y subo lo que quiera a mis redes sociales”… Pues sí, porque estamos acostumbrados a que nos den likes cuando subimos fotos de algún viaje, pero, ¿qué pasaría si cada foto de tus viajes se llenara de comentarios como los siguientes?:

  • No puedo creer que vayas a Florida ahora mismo.
  • Mi hija no puede ir a clases de natación, pero tú vas a un resort. No, eso no es justo.
  • Si viajas eres parte del problema, no de la solución.
  • Mucha gente ha muerto y a ti no te importa.
  • Estas contagiando personas aún sin saberlo.

Algunos de estos comentarios los recibió Matt Long, un bloggero de viajes muy experimentado cuando viajó a Florida. Si bien comenta que la mayoría de los comments eran positivos, había un grupo de comentarios que lo señalaban básicamente de ser una persona inconsciente.

Diferentes enfoques

Del otro lado están los travel bloggers que se niegan a viajar mientras dure la pandemia. Estos viajeros han optado por realizar otras actividades para mantener a su audiencia, pero algunos de ellos han sido críticos de aquellos viajeros que sí han decidido emprender el viaje. Por ejemplo la bloggera Lola Mendez afirmó: “Nunca podría vivir conmigo misma si supiera que alguien se enfermó y murió por mi culpa”. En este caso sí se aplica directamente el término “vergüenza de viajar”.

Acompañando a estos viajeros-no viajantes se encuentra la presión de la sociedad tradicional; es decir, familiares, amigos, compañeros de trabajo que presionan a los turistas potenciales a no viajar ya que, además de ser una “actividad irresponsable” en este momento, podrían esparcir el virus entre sus conocidos.

Flygskam

Ya antes la sociedad ha etiquetado algunas actividades viajeras como irresponsables o incluso políticamente incorrectas como en su momento lo hizo el flygskam que no es otra cosa que un sentimiento de culpa (o vergüenza) por volar. Esta estigmatización fue propuesta en 2008 por Maja Rosen, pero fue popularizada en 2015 por la adolescente-influencer-activista Greta Thunberg. Ambas decidieron voluntariamente dejar de volar por razones ambientales, y ¿cómo culparlas? si lo cierto es que la industria del vuelo es una de las más contaminantes del sector turístico, pero eso, debe generar otro tipo de reflexión que abordaremos en otros artículos.

Y ahora, ¿quién podrá defendernos?

Si estamos atentos a lo que sucede, nos podemos dar cuenta que el proceso ha sido largo y doloroso. Primero surge la pandemia y las alertas de viaje (amenazas en destinos), después vino el encierro y la cuarentena (encierro obligatorio), luego le siguió el “síndrome de la cabaña” (ya no querer salir) y ahora tenemos el travel shammig (vergüenza por ser etiquetado como viajero irresponsable).

Es verdad que debemos ser responsables dentro de la actividad turística, pero como sucedió en el 2001 con los ataques terroristas, no podemos dejar que las constantes amenazas condicionen nuestra existencia. Ni tanto que queme al santo, ni tanto que no lo alumbre decían las abuelas. ¿Qué pasaría si nunca se encuentra una vacuna o un tratamiento?, ¿estamos preparados para vivir encerrados por siempre?…  No sé si a eso se le pueda llamar vida.  

Ángel Abraham Chávez

Especialista en turismo, capacitador, docente, travel-coolhunter e investigador turístico. Director de la revista Mochilazo Cultural.

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *